Artes de México

REVISTA ARTES DE MÉXICO | El arte popular: Tesoro de las manos de un pueblo

08/04/2017 - 12:03 am

El maestro Gorky González nos da, a sus agradecidos contemporáneos, un testimonio plástico y moral que podemos convertir en una reflexión sobre nuestra circunstancia presente como sociedad y como nación.

Por Alfonso Alfaro-Director del Instituto de Investigaciones de Artes de México

Ciudad de México, 8 de abril (SinEmbargo).- En el actual orden del mundo, definido por la extensión aparentemente ilimitada de los intercambios comerciales a escala del planeta, la reacción espontánea de nuestras empresas más dinámicas y de nuestras políticas de crecimiento ha sido buscar la adaptación a las nuevas condiciones del mercado. Para sobrevivir es necesario, sin duda, aprender las reglas del juego de la modernidad global. La solución que se impuso de manera generalizada fue tratar de convertir a los campesinos mexicanos, que vivían al ritmo del sol y de la lluvia, en productores capaces de respirar al ritmo de las máquinas; convertir una mano de obra polivalente, entrenada a la paciencia y la delicadeza, capaz de enamorarse de su propio oficio, en una fuerza de trabajo puntual y eficaz, pero repetitiva y apresurada. La respuesta mexicana a la globalización fue la maquiladora: tratar de transformar a toda una sociedad que contaba entre sus principales riquezas a un contingente numeroso de campesinos y artesanos en una inmensa reserva de mano de obra dispuesta a sustituir a menor precio a las máquinas y a los robots, desmantelar las redes y sofocar las destrezas necesarias a la producción artesanal para reemplazarlas por otras opuestas, indispensables para el trabajo automatizado y la fabricación en serie.

¿Era ésa la única alternativa posible? Salvo ilustres excepciones, como la de Michèle y Pedro Leites, impulsores de Tane, la mayoría de nuestros empresarios y de nuestros planificadores no advirtió que en el nuevo orden global la necesidad de artículos manufacturados con ternura y parsimonia, con entusiasmo y fervor, es mayor que nunca; olvidó que existe en los grandes mercados de la globalidad una inextinguible demanda de artículos impecables, refinados, exquisitos, hechos por manos excepcionales como la platería de orfebre, las piezas que conjugan las gemas raras y los metales finos, los instrumentos musicales de concierto, la marroquinería de lujo, la gran ebanistería, los textiles preciosos, los objetos indispensables para el servicio de la alta gastronomía, la cerámica decorativa capaz de aposentarse con orgullo en un interior prestigioso.

Nuestros planes de desarrollo no parecen haber prestado suficiente atención a la necesidad existente, en los mercados globales, de productos que sólo pueden lograrse teniendo a favor el tiempo ilimitado, el sentido de la tradición y la calidad intransigente: productos como el champagne o el buen tequila.

Todo esto pudo suceder porque muchos empresarios planificadores olvidaron o nunca supieron —no tenían por qué saberlo— que entre el gusto aristocrático y la sensibilidad campesina existe, como lo señalo con perspicacia Marcel Proust, una complicidad de afectos y sentimientos, de gustos e inclinaciones, de la cual están excluidos tanto las burguesías como las clases medias.

El maestro Gorky González es un artífice insigne. Estas líneas son un homenaje a sus méritos y a la calidad de una obra capaz de combinar la tradición y la innovación. Él ha logrado reunir piezas totalmente mexicanas, los legados vivos del Mediterráneo y del Japón. También son un reconocimiento al papel singular que las destrezas y actitudes de los grandes artesanos están llamadas a desempeñar en el nuevo horizonte de nuestro desarrollo, en ese nuevo pacto social que nuestro país necesita con urgencia, un pacto capaz de contribuir a integrar entre ellas a esas poblaciones que hoy parecen alejarse aceleradamente, cada una por su propio rumbo, de eso que alguna vez fue el proyecto común de nación.

No debemos olvidar tampoco que algunas de las destrezas y actitudes propias de esa cultura laboral predisponen a la adquisición de los talentos necesarios para el trabajo minucioso y exigente que requieren las manufacturas de precisión en los territorios de alta tecnología. Pero los efectos del modelo no son sólo económicos. Su impulso es capaz de generar círculos virtuosos en otros espacios. El rigor, el sentido de la colaboración, la obstinación por alcanzar la excelencia, el trato íntimo y constante con la belleza iluminan la vida de los individuos que practican y son capaces de aportar a las sociedades valores distintos y complementarios de los que parecen prevalecer en la nuestra.

El ejemplo de lo que podría ser una vía mediana entre el inmovilismo pasivo y la destrucción sistemática de todo lo existente en aras de adaptación y de la modernidad podemos encontrarlo en las mejores obras de la artesanía de lujo. Ellas nos recuerdan que la principal riqueza de un país es su población, único destinatario legítimo de su prosperidad, si ésta es real, y cuyo bienestar es la única medida válida del verdadero desarrollo. Estas obras nos enseñan que existen maneras modernas, funcionales y productivas de aprovechar el inmenso tesoro que son las manos de un pueblo.

Sus lecciones llegarán a ser escuchadas si algún día México aprende a mirar esas manos a conocerlas, si algún día es capaz de valorarlas.

La experiencia de algunos grandes países nos prueba que no todo en el mundo contemporáneo deber ser forzosamente maquinismo y consumo chatarra, que existe todavía un espacio muy amplio para otras formas de concebir la relación entre las personas y los objetos, y que hay un lugar sumamente confortable en la escala de la prosperidad económica para aquellos pueblos —y aquellas empresas— que están convencidos de que la buena memoria y el respeto a la tradición pueden constituir un recurso sumamente redituable. […]

La ética del rigor y la excelencia de la fidelidad y de la búsqueda, del trabajo llevado a su plenitud con paciencia y con entusiasmo, la ética que hace posible el funcionamiento de las manufacturas de lujo puede abrir a nuestro país puertas que sólo nuestro atolondramiento y nuestra desmemoria se han obstinado en mantener cerradas.

Algunas de las publicaciones de Artes de México dedicadas al arte popular son: Juguete tradicional I y II; Textiles mazahuas; El rebozo; Cerámica de Tlaquepaque; El arte tradicional del Nacimiento; Cerámica de Mata Ortiz; Hojalata; Arte popular. Museo Ruth D. Lechuga; Cestería; Textiles de Oaxaca; Metepec y su arte en barro; Textiles de Chiapas; Cerámica de Tonalá; La talavera de Puebla; La mano artesanal, y Revelaciones del arte popular mexicano, entre otras. Están disponibles en esta página.

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